Isabel Allende, hija del diplomático chileno Tomás Allende Pesceque, nació en Lima (Perú) en 1942 y cursó estudios de periodismo. Trabajó como redactora y columnista en la prensa escrita y la televisión. La casa de los espíritus (1982) es su primera novela y su obra más conocida.

Isabel Allende ha tenido dos hijos de su primer matrimonio, con Miguel Frías, pero su hija falleció en 1992.

Hizo su debut en escritura con obras de teatro (El embajador, 1971) y cuentos infantiles (La abuela Panchita, 1974). Actualmente, se considera como la escritora viva de lengua española más leída del mundo con una tirada total de libros que alcanza 57 millones de ejemplares y obras traducidas a 35 idiomas (unos 15 novelas,  2 relatos, 4 libros autobiográficos, 4 obras de teatro). Sus tres obras, La casa de los espíritus (1982), De amor y de sombras (1984) y Inés del alma mía (2006) se adaptaron al cine respectivamente en 1993, 1994 y 2015.

Isabel Allende obtuvo muchos premios y distinciones literarios, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2010. Además, Obama condecoró a ella con la Medalla de la Libertad en 2014.

Entre 1960 y 1964, Isabel Allende trabajó para la sección chilena de la FAO (Food and Agriculture Organization), la organización de las Naciones Unidas encargada de dirigir las actividades internacionales de lucha contra el hambre.

En 1973, se vio obligada a partir en Caracas tras el golpe militar chileno encabezado par el General Pinochet, en el que murió su tío, el presidente Salvador Allende.

Ha vivído en California por quince años (desde 1988) y obtuvó la nacionalidad americana en 2003.

Sinopsis de El amante japonés, la novela más reciente hasta hoy de Isabel Allende (2015): 

La historia de amor entre la joven Alma Velasco y el jardinero japonés Ichimei conduce al lector por un recorrido a través de diversos escenarios que van desde la Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta el San Francisco de nuestros días.

«A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno.»

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